El Mural y el entorno del Edificio Enrique Macaya Lahmann


Decía el gran pintor mexicano Sequeiros, que «la creación artística es el contacto con los demás, la unión comprensiva y amorosa», porque el arte convoca, siempre convoca, como lo ha hecho esta mañana, al darnos cita aquí, para inaugurar tres obras artísticas, que guardarán la memoria de este cincuentenario de los Estudios Generales y que, a su vez, sabrán cumplir con la misión de toda obra de arte que —según el pensamiento de uno de los genios de las letras francesas, Honorato de Balzac—, «no es copiar la naturaleza, sino expresarla», es decir, ser portadora y transmitir, en su acabado lenguaje de formas, texturas y colores, el mensaje del que es depositaria para las presentes y futuras generaciones.

Estas tres obras que vamos a inaugurar —la Plaza del 50 Aniversario, el Mural Conmemorativo y esta Plaza en que nos hallamos reunidos y que a partir de hoy se llamará oficialmente Plaza “El Pretil”, que es el nombre que, por generaciones, ha recibido—, son portadoras de los signos del ser y del quehacer de esta Universidad y sus Estudios Generales, tanto en estos diez lustros intensamente vividos, como en los nuevos tiempos que enfrentamos, con todos sus desafíos.

Así como hace cincuenta años, justamente en este mismo lugar, se levantó la voz del Rector de esta Universidad, el Lic. Rodrigo Facio, y la del Prof. José Joaquín Trejos, primer Director que fuera de los Estudios Generales, para establecer sólidamente el modelo de Universidad Humanista, Pública y Autónoma que nos heredó la gran Reforma Universitaria de 1957 y que hoy estamos viendo lastimosamente embestido por mezquinos intereses, o por ignorancia o desidia, así también en este momento y desde este mismo lugar, queremos renovar nuestro compromiso con aquel modelo de Universidad, que debemos proclamar y defender todos los universitarios, al unísono, con legítimo orgullo y gran hidalguía, ante cualesquiera agresiones, provengan de donde provengan.

El modelo de Universidad que hemos definido en el Título I del Estatuto Orgánico, al establecer sus principios y propósitos —coincidentes en todo con el ser y quehacer de los Estudios Generales—, hemos querido que quede plasmado también en las tres obras conmemorativas que hoy inauguramos.

Si en la emblemática de esta Casa de Estudios, hay algo que nos haya identificado, eso es el girasol. Colocado en el escudo de la antigua Universidad de Santo Tomás, que fue injustamente clausurada, lo vemos reaparecer cuando fue reabierta en 1940 —justamente ayer, 26 de agosto, hizo 67 años—: el entonces Ministro de Educación, el Lic. Luis Demetrio Tinoco, junto con el Presidente de la República, el Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia, quisieron que aquel hermoso escudo, con diseño heredado del siglo de las luces, fuera el de esta Universidad, que también habría de seguir las huellas de la luz: «lucem aspicio».

Por eso, el girasol es el motivo principal, en el diseño y realización artística de estas tres obras: al fondo de “El Pretil”, en su media pared final del costado norte, se ha plasmado una evocación al humus vital de la planta, abonada con sus mismas hojas y pétalos, para dar lugar al tallo, que se extiende, como envolviendo todo el conjunto artístico, por el costado oeste, en la jardinera de la Biblioteca Carlos Monge, proyectándose hasta el frente del Edificio, al costado sur, en el que se abre, espléndido y majestuoso, el girasol, pero no como uno cualquiera, sino como el que ha resultado de su estudio botánico más profundo, para expresar, en sus grandes y pequeños detalles, toda la compleja nobleza de esta emblemática flor.

Así también, es el ser y quehacer de esta Universidad y de sus Estudios Generales: plantada en un ideal de comunidad democrática, envuelve, alimentando y desarrollando con intensa fecundidad —como aquí lo hace este girasol—, «la enseñanza, la investigación, la acción social, el estudio, la meditación, la creación artística y la difusión del conocimiento», como hermosísimamente dice nuestro Estatuto Orgánico (EO, art. 1).

Este gran girasol, en su profusión multicolor y en la diversidad de los materiales que lo conforman, rememora aspectos esenciales de vida entera: evoca, en su explosión de forma y color, el «big-bang», origen del don de la vida en el universo; evoca, en su unidad, la vibrante diversidad cósmica que se refleja en la Constelación del Girasol; evoca, en su espiral interior, la cosmovisión del mundo helenístico, incluido su eterno retorno, de la que surge y en la que se inspira siempre, en todo el Occidente, la visión humanística del mundo y de la vida; y evoca, en el corazón de su complejidad convergente hacia su propio centro, el nudo del pensamiento racional, discursivo y científico y el quehacer artístico, que ha dado origen a un ideal de sociedad, basado en el logro del Bien Común, que se ha de alcanzar, como puntualiza nuestro Estatuto rgánico, «mediante una política dirigida a la consecución de la justicia social, de la equidad, del desarrollo integral, de la libertad plena y de la total independencia de nuestro pueblo» (EO, art, 3).

En su conformación multicolor, entremezclada como en una inmensa red, se atisba la confluencia de saberes que se integran para estructurar los Estudios Generales:

  1. En su armónica coherencia —en que se teje, paso a paso, como en un gigantesco telar de la naturaleza, cada detalle de la flor—, se refleja la Historia de la Cultura, que da razón del paso a paso de una humanidad que se ha venido haciendo, y sigue haciéndose, al crear, no ya un enorme girasol, sino la cultura toda, incluyendo el desarrollo tecnocientífico, que hoy distingue el proceso de la historia humana.
  2. En su fecunda savia, unida por vasos poliformes que llevan la vida a todas las partes del girasol, se atisba el fenómeno de la lengua y los lenguajes humanos, sin los cuales no cabría, siquiera, una remota posibilidad de vida que pudiera llamarse humana: nos referimos, sin duda, a Comunicación y Lenguaje.
  3. La compleja red de comunicación vital del girasol, se expresa en los lazos comunicantes y convergentes a su centro: en ellos se dibuja el quehacer de la Sociología, cuyo aporte es esencial para entender el fenómeno humano en su basta e irrenunciable dimensión social.
  4. La delicada y precisa composición orgánica del girasol, numéricamente exacta, anuncia el quehacer de la Física y de la Matemática, saberes que dan razón del complejo entramado del mundo al que pertenecemos y del cual somos parte integrante.
  5. La naturaleza orgánica del girasol, expresión libre y sublime del don de la creación, evoca el quehacer de las Ciencias Biológicas y su papel insustituible, para que el ser humano, comprendiendo su entorno, se comprenda mejor a sí mismo.
  6. En el conjunto entero, que sólo ha sido posible expresarlo por la mano del artista, que «en los momentos más logrados de su creación, realiza una especie de homenaje a Dios, a la belleza de la naturaleza y al milagro de estar vivo» —como poéticamente decía el reconocido pintor mexicano Leonardo Nierman—, se evoca el Arte, actividad esencial de la vida humana y componente fundamental de los Estudios Generales.
  7. Finalmente, en su ser más profundo y radical, el girasol sólo se explica como la búsqueda de la luz, hacia la cual la flor, reverente, se torna súbito para recibir el don de la vida, que la plenifica y le da belleza, bondad y verdad: es la evocación de la Filosofía, que busca y da su sentido más radical a la existencia, haciéndola humana, plenamente humana, y que la arraiga en una propuesta axiología y en un comportamiento responsablemente ético y acorde con la dignidad humana.

El girasol de nuestro mural es libre. Quisimos expresamente que lo fuera. La formación humanística que por cincuenta años ha venido ofreciendo esta Universidad a través de sus Estudios Generales, no se agota en la carrera universitaria ni en la obtención de una profesión, como el girasol no se agota en la pared que lo sostiene: la formación humanística trasciende la carrera universitaria y la profesión que logran sus estudiantes, para abrirse y proyectarse libre, intensamente libre, en la vida misma, como lo hacen los pétalos del girasol, allende los límites del muro que lo sostienen: se agitan libres y soñadores de un mundo sin fronteras.

Y es que esta es la naturaleza misma de nuestra Universidad: libre para el desempeño de sus funciones, libre para adquirir derechos y obligaciones, libre para darse su propia organización y gobierno, libre para que «en ella las decisiones personales y colectivas se realicen con absoluta libertad», libre para garantizar el derecho a la Educación Superior, a la excelencia académica, a la libertad de cátedra, al respeto a la diversidad de etnias y culturas y al respeto a las personas y su capacidad de expresarse, y libre para asumir responsablemente un compromiso con el medio ambiente, como proclama el mismo Estatuto Orgánico (E.O., arts. 2 y 4).

La figura completa del girasol, y su centro de coloridas y arqueadas líneas, formadas por docenas de diminutos pétalos, en un intrincado manojo de formas simétricas, se proyecta en el diseño con que se dispuso el adoquinado de las Plazas que estamos inaugurando. Es como una inmensa flor, un enorme girasol, que se extiende a todo lo largo de cada una de las Plazas, cuyas hojas son como ramas que se distancian unas de otras con la misma proporción con que lo hacen las ondas del agua, cuando una piedra hace impacto en ella. Este diseño no sólo integra, en un conjunto armónico y proporcionado, las tres obras que hoy inauguramos, sino que expresa simbólicamente, el quehacer de la Universidad y sus Estudios Generales, en estos cincuenta años, y lo que seguirá siendo: de la corola del girasol, en el extremo de cada Plaza, sus ramas se expanden por el tallo, como ondas que dibujan el aporte de esta Universidad y de sus Estudios Generales, a la comunidad y al resto del país. Las ondas de la Plaza del 50 Aniversario evocan lo que ha sido este aporte; las de “El Pretil”, en cambio, figuran lo que hoy hacemos, y seguiremos haciendo, en esta Universidad y en sus Estudios Generales, y que surge del fundamento de este modelo de Universidad, figurado por este Edificio estrenado hace 50 años como símbolo de la Reforma del 57. En el punto de confluencia de ambos simbolismos, al suroeste de este conjunto artístico, muy pronto colocaremos una esfera precolombina de piedra, que será el distintivo de la integración de los valores nacionales con el humanismo occidental y que será el contrapunto de la vertical linealidad de este histórico Edificio.

Y todo ello, para expresar, en última instancia, los grandes propósitos de esta Benemérita y querida Institución, que pasan por «estimular la formación de una conciencia creativa y crítica», por «buscar, de manera permanente y libre, la verdad, la justicia, la belleza, el respeto a las diferencias, la solidaridad, la eficacia y la eficiencia», por «formar profesionales en todos los campos del saber, que integren una cultura humanística con su formación… profesional», por contribuir con el «progreso de las ciencias, las artes, las humanidades y las tecnologías», por «formar el personal idóneo» que se dedique a estas actividades, por «impulsar y desarrollar… la docencia, la investigación y la acción social», por «elevar el nivel cultural de la sociedad costarricense» y por la formación de un «régimen social justo», orientado a la construcción de un país mejor para todos (cf. E.O., art. 5).

Con lo actuado, hemos querido rescatar uno de los centros históricos fundamentales de esta Universidad. Y con ello, hemos querido contribuir a recuperar la memoria y la identidad de esta benemérita Institución. Hoy le entregamos a la comunidad universitaria, a nuestros estudiantes, un Pretil remozado, mejorado en todos sus extremos y refrescado con una fuente, expresión de la fuerza y vitalidad de las nuevas generaciones que se van incorporando a la vida universitaria.

Nuestro más sincero agradecimiento a todas aquellas personas que de una u otra manera han hecho posible que estas tres obras llegaran a feliz término, especialmente a los responsables de sus hermosos diseños y realización artística, así como a nuestro personal docente y jóvenes estudiantes que, con entereza moral y gran paciencia, tuvieron que sobrellevar los ruidos y las molestias causadas por el proceso de construcción de estas obras conmemorativas durante el I Ciclo Lectivo de este año.

Y a todas y todos ustedes, amigas y amigos que nos honran con su presencia, muchas gracias por acompañarnos esta mañana.

[Discurso del Dr. Gustavo Adolfo Soto Valverde,
Director de los Estudios Generales,
en el Acto Inaugural de la “Plaza del 50 Aniversario”,
del “Mural Conmemorativo” y de la Plaza “El Pretil”:
lunes 27 de agosto de 2007, 9:00 a.m.]